Backam había obtenido un programa capaz de poner en peligro el sistema de vigilancia por satélite más sofisticado del mundo cuando dirigía un poderoso bufete de abogados. Entonces, en vez de informar sobre el descubrimiento a las autoridades del país, decidió hacer el negocio de su vida vendiendo dicha información, pero las cosas salieron mal y fue condenado a veinte años de cárcel. La CIA logra que Backam sea liberado mucho antes y, arguyendo que son muchos los que desearían acabar con su vida, lo saca del país oculto en un avión militar.
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