sábado, 19 de diciembre de 2015

EL ESTAFADOR Y SUS DISFRACES.

Quien fue autor de algunas de las narraciones más logradas acerca de arriesgados viajes por alta mar nos relata en El estafador y sus disfraces, su última novela, escrita cuando aún no había cumplido cuarenta años, un pacífico y rutinario viaje por el Mississippi. De este modo se cumple la máxima según la cual todo aventurado navegante acaba convirtiéndose con el tiempo en marinero de agua dulce. A bordo de este vapor, el “Fidèle”, que navega rumbo a Nueva Orleans, embarcados en alguna de sus numerosas escalas, viajan Emerson y su discípulo Thoreau, el novelista Hawthorne y Edgar Allan Poe. Es un primer día de abril de mediados del siglo XIX, y los viajeros mencionados, junto a una multitud anónima, vienen a componer un muy abigarrado microcosmos en movimiento, una representación a pequeña escala de aquellos Estados Unidos previos a su guerra civil. En realidad, como ocurrió con otro barco famoso, el Cité de Montereau, que unos años después protagonizaría La educación sentimental de Flaubert, también aquí es todo un mundo el que se pone en marcha.

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