miércoles, 13 de mayo de 2009

LADRONES DE TINTA.

El protagonista del libro, un típico personaje de novela negra al que casi casi le pondría la cara de Humphrey Bogart, pero con jubón y calzas, vive como puede en un piso de alquiler del Madrid de Oro. Es un aspirante a hidalgo con aspiraciones a escritor que se dedica a corregir pruebas de imprenta, a mantener el orden en un local de mala reputación y a escribir gacetillas en sus ratos ociosos.

Este hecho, su afición por los bajos fondos, su educación y su aceptable aspecto, le dan la capacidad de no desentonar demasiado en cualquier ambientes, desde una tasca de mala muerta hasta codearse con bellas, ricas y peligrosas cortesanas. Con estas características es el candidato ideal para localizar al misterioso autor que se esconde tras la identidad de Avellaneda por encargo de un no menos misterioso cliente.

Como suele ser común en las novelas negras, el protagonista tiene la mosca detrás de la oreja y la curiosidad le impide ceñirse al encargo de su cliente ¿Qué hará tras encontrar al plagiador Avellaneda? ¿Por qué Cervantes aún no ha publicado su segunda parte del Quijote? ¿Estará su editor detrás de todo para defender su negocio? ¿Qué pintan Quevedo, Lope de Vega o la misteriosa cortesana?

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